Buenos días, esta vez, vengo a dejaros un cuento en el que puse la intención de animar a la lectura y a dejarse llevar por la fantasía... Seáis niños o mayores, no hay nada igual a disfrutar con una buena historia. Viajad a través de ellas, y dejad siempre un cuento bajo al almohada.
Saludos amig@s, hoy os traigo un tema que nos acerca al mundo de la adolescencia. Hace unos años, recien entrado mi hijo en esta etapa de la vida, se compró unas gafas de sol. Tal vez fuese sensación mía, pero cuando las llevaba, él cambiaba su postura y tono de voz. De esos primeros pasos en la adultez, siempre nos queda algo. Pensad por ejemplo, cómo a veces, nos agarramos a objetos, o rituales que nos hacen sentir más seguros. A ese interesante momento, están dedicado estos versos.
Querid@s amig@s, este año la lluvia acompañó la Cabalgata de Reyes en muchos puntos de España, algo que nos tenía muy preocupados. Quiero haceros un pequeño regalo, un cuento sobre la lluvia, porque ella también es necesaria. ¿Os imagináis que se convirtiese en una niña? Ahí va mi relato.
La
Estrella de la Cabalgata de Reyes.
María Auxiliadora Martínez Ruiz
El cabello sujeto en dos prendedores,
ondeaba ligeramente con la brisa que, a penas sin hacerse notar, había ido
levantándose. Vestida de blanco saludaba a uno y otro lado, de pie, sobre la
carroza. Era la Estrella de la Ilusión abriendo paso al gran desfile. La
estrella de la ilusión de niños y mayores; aunque, mirándoles a los ojos, solo
pude encontrar niños.
La pequeña lluvia la observaba año tras
año desde la última fila. Se alzaba sobre sus pies para ver a aquellos pajes
que, envueltos en sus túnicas de brillantes colores, acompañaban los alegres
ritmos de la banda. Algunos iban a caballo, otros caminaban coreando, saltaban
lanzando al aire andanadas de caramelos y juguetes. Y Lluvia levantaba sus
brazos aún sabiendo que nunca los alcanzaría.
Pero aquel año, se acercó-“solo un
poquito”-se dijo. Y de repente, la brisa se convirtió en aire, y oscuras nubes
cubrieron el cielo limpio de enero.
Las primeras gotas comenzaron a caer tintineando
sobre los platillos y las trompetas, empapaba los adornos de papel que
comenzaron a planear desprendiéndose de la Cabalgata de Reyes y un puñado de
globos se liberaron en busca de la luna huída aquella noche.
-“Soy
la Estrella de la Ilusión, ya puedes gritar, viento, ya puedes mojar, lluvia,
la Estrella de la ilusión seguirá en pie”-les retó la niña.
Los rostros infantiles fueron
desapareciendo tras los paraguas, el cortejo aceleró el paso, las esculturas de
cartón piedra se cubrieron con plásticos y el resto de las estrellas que
formaban el desfile se protegieron bajo sus impermeables. Todos menos la
Estrella de la Ilusión que siguió repartiendo dulzura entre los niños hasta que
ya no hubo nada que repartir.
Lluvia la miró con tristeza, no había
sido buena idea aproximarse.
Estrella regresó a casa de la mano de
Alegría, su madre. Por el camino, se le acercó Lluvia inocente:
-¿Me das
un caramelo?- y Estrella rebuscó en los bolsillos de su traje blanco. Nada, no
quedaba ya nada para ella.
Entonces la niña soltó uno de los
prendedores con forma de estrella que sostenían su cabello mojado y con él
sujetó los rizos de Lluvia que la miró sonriendo ¡Qué sonrisa aquella!
-¿Por qué
me lo regalas?
-Porque
soy La Estrella de la Ilusión- contestó resuelta.
Y la pequeña Lluvia se abrazó a
Estrella. Después echó a caminar feliz mientras, a cada paso, se apartaban las
nubes. La Ilusión lo había conseguido.