Vivir la Navidad
La Navidad...Ha nacido el Amor, aunque el amor nunca muere, va con nosotros. Cuando era niña me encantaba esta época del año. Mi tía y su neceser inauguraban
cada Navidad, trayendo consigo el brasero de cisco, el aroma a incienso y alhucema,
a las rosquillas de limón y los pestiños que mamá y ella preparaban en la
cocina, y, como no, el sabor de la masa cruda que mi hermana y yo rebañábamos
del cacharro; mi padre y mi abuelo montando el nacimiento; las calles adornadas
de luces, los escaparates navideños, el humo de las castañas, las colas
infinitas para ver los belenes y un globo atado a la muñeca.
Mis ojos saltaban del globo a las caras de la gente; Niños como yo, ilusionados
con la noche mágica, con su “carta de Reyes” en la mano. Padres que sonreían a
sus hijos o los tomaban sobre sus hombros para mostrarles los espectáculos de
calle; impagables miradas de asombro...
Me cruzaba con los rostros de gente mayor, ensimismados unos, sonrientes
otros; de esos que les “tiran de la lengua” a los más pequeños por hacerse
pequeños con ellos…
Estaba segura de que cada una de esas personas esperaba con ansias el Belén,
los villancicos, los dulces, la noche mágica…sin sospechar que la mayoría ya
llevaba surcos en el corazón; unos más superficiales y otros más profundos. El
mío aún no había sido tocado por el dolor; estaba nuevo, apenas podía esperar,
empujaba los días...
Hoy, formo parte de ese grupo de los adultos, que pueden compaginar la
alegría con un corazón marcado; que acepta un momento para cada cosa y para
quien el regalo verdadero es poder compartir el instante presente. Hoy los
aditivos se diluyen y queda solo la esencia.
Te deseo, aún en los momentos difíciles, una Navidad donde no falte el
abrazo que te haga llegar todos los abrazos pasados y futuros. Te deseo una
Navidad presente.