La existencia humana es cambio en sí misma. A menudo,
esos cambios nos inquietan y nos refugiamos en lo duradero, como nuestros
árboles, que nos hablan con calma desde sus anillos, justo en el modo en que lo
necesitamos.
Recientemente, conversaba con mi nueva amiga, la
poetisa y pintora Juliana Pérez Lalana, sobre una hermosa acuarela que había
pintado, que mostraba un árbol solitario.
Ella me contó que se trataba de una higuera añeja cercana, enrazaida en los keupers del suelo alicantino, que
sorprendentemente, a pesar de los años, sacaba fuerzas para reverdear cada primavera. Le pedí que me contase su historia. Ella me
respondió con el precioso poema que os compartiré a continuación. Juliana me ha
permitido publicarlo en mi blog junto con la acuarela y también interpretarlo
para sus lectores. Muchas gracias
Juliana, es un honor. Un gran abrazo.
La Higuera del Parador
Por Juliana Pérez Lalana, Alicante, 2021
Los
originales keuper
Dan color a
su silueta
retorcida
Sus
verticales leñosos
Se tiñen
verde ceniza
rojo arcilla, ocre
amarillo tierno
Inundando su
decrépita figura
Y sus
sombras…
que se escapan
al atardecer
Cómo
escultura bosteza perezosa
Excrecencia
de este ramblizo vallado
Que inerte y
abandonado
Se desmorona
y fallece
Podada sin
compasión
En sus
últimos latidos
Sus nuevos
brotes renacen
poderosos
De muñones
polvorientos
Cicatrizados
y secos
Sus venas
enmaderadas
desnudas …
Claman al
cielo
Permanecer
en este arenal
enyesado
En el que
sigue plantada
Un año más…
una vida más